
Hasta que me olvidé de ella
De su voz, de su piel, de sus ojos de estrella
Y ella se olvidó de mí
La gravedad se encargó del resto
La sangre fluyó por mis brazos y mis manos
Uno, dos, ocho o nueve cortes, y él molesto
Y yo sólo buscando olvidarnos
Ella no quiere que esté sola en mi tumba
Pero tampoco busca acompañarme
Abandonada, sin ningún alarde
Y ella no escucha mi grito de ayuda