Uhm... vaya, eso dolió más de lo que me esperaba... de verdad dolió. Entre más trataste de consolarme, peor me sentía. No lo aguanté... mis estúpidas lágrimas infantiles hicieron acto de presencia, sólo agravando mi punzante dolor de cabeza (fruto de mi concentración en no dejar que Ana se diera cuenta de lo que me pasaba). Y ahora el dolor de cabeza, el dolor del corazón, de los pulmones, de las entrañas, no se va. Se niega a soltarme. Cada minuto que pasa parece atenuarse, sin embargo. Así siempre pasa.
... lo dejas en paz un rato, se aburre y se va... me deja sola.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario