sábado, 27 de marzo de 2010

Un inmenso cariño por ti (II)

Tuvo que levantarla del suelo. Tuvo que abofetearla para que su llanto de dolor se convirtiera en uno de humillación y se detuviera más rápido. Tuvo que arrastrarla hasta el baño para secar sus lágrimas, lavarle la cara y cepillarle el cabello. De nuevo adquirió su aspecto de siempre, excepto por los ojos hinchados de llanto, pero dudó que alguien los notara. La envió a hacer su tarea y luego a dormir. Se recostó junto a ella y le cantó en susurros hasta que aquélla no pudo más y cayó rendida ante el cansancio. La abrazó mientras dormía. Cuánto le había dolido verla así.

Tracemos un nuevo plan.

¿Qué tiene de malo el que ya tenemos?

Lo incluye a él. Necesitas sacarlo de tu vida lo antes posible.

No importa si lo incluye. Lo prefiero así.

Pero…

¿Me estás contradiciendo? Yo soy la que llevará a cabo todo, al final. Tú sólo eres una espectadora.

Ah, está bien. Haz lo que quieras. ¡Llámalo, pídele disculpas, abrázalo y dile que lo sientes mucho! Humíllate más aún. Sabes que él no te corresponde.

Dijo que me quiere. Eso debe significar que el plan aún le afecta.

¿Podemos dejar de hablar de él? Me siento demasiado herida aún por sus palabras. Vaya que le gustan los eufemismos. Es débil y cobarde. No se atreve a decírtelo con todas sus letras. Tal vez teme que lo terminemos odiando más de lo que ya lo odiamos.

No lo odiamos. Sólo tú lo odias.

Y tú lo amas sin ser correspondida. ¿Qué es peor?

Ya no lo sé…

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