sábado, 30 de mayo de 2009

Dejé de dibujar cielos

Antes dibujaba cielos blancos y nubes azules
Luego me di cuenta de que era al revés
… y dejé de dibujar cielos




Me gustan muchas personas. Muchas, muchas, muchas. Se sorprenderían de saber la cantidad estimada. Veo en esas personas cosas especiales. Su carisma, su sonrisa, su voz, su sonrisa, sus gestos, sus ademanes, la manera en la que parecen saber exactamente lo que estoy pensando.
Por eso mismo, porque me gustan tantas personas, no me siento con el derecho de luchar por ninguna de ellas. No me siento con el derecho de gustarle a ninguna de ellas, aunque muchas veces ese sea mi más desesperado deseo. No siento que merezca a ninguna de esas personas porque tal vez sentirían que sólo las quiero con una parte de mí, cuando en realidad las quiero con todo mi ser. A todas esas personas. A todas. A la vez que no me siento con el derecho de tener una relación con alguien, es lo que mi corazón más anhela.



Y lo peor de todo, ¿saben qué es? Cuando, después de semanas (algunas veces meses) de pelearme conmigo misma, tomo la decisión de hacer un esfuerzo por formar algo con alguien… termina siempre en el fracaso. Y es que ya no sé cómo comportarme con alguien así. Hago cosas estúpidas que terminan alejándolos de mí. Es cuando me digo nunca más. Pero claro, tengo que volver a caer. Esta bestia es capaz de cometer el mismo error, no una, no dos, ¡miles de veces!



Lo quiero todo, pero no creo tener el derecho de tenerlo. Lo quiero todo, pero no con la suficiente determinación como para luchar por ello. Lo quiero todo, pero no lo tengo.
Tengo muchas otras cosas. Él me reclamó: “¿Te gusta más lo que te ofrece la nada que lo que tienes aquí? ¿No tienes amigos? ¿No tienes familia? ¿No tienes libros?”. He de admitir que lo de los libros me hizo gracia. Después de todo es una de las cosas que más aprecio de la vida. Bueno, a lo que iba. Él sintió que yo no apreciaba lo que tenía. Él sintió que estaba siendo egoísta. Lo soy, pero ese no es el punto. El punto es que él no comprendió lo que quería decir.



Precisamente el problema es ese, que yo sé todo lo que tengo; estoy consciente de todas las personas a mi alrededor; puedo notar que no estoy sola… y aún así me siento inmensamente vacía. Como si hubiera un océano entre yo y el resto del mundo, por muy dramático y mamón que eso se escuche. Yo sé que no estoy sola, pero me siento así. Y no importa cuántas veces me digan que no estoy sola, la sensación se niega a irse.



Por eso dejé de dibujar cielos.

3 comentarios:

m4ri dijo...

Tu la tomaste?

M Lara dijo...

Sip, es la vista desde mi azotea ^_^

Anónimo dijo...

jajajaa ese dia fue gracioso!!
stabamos n disney i me rei
con lo del cielo, lo djiste
tan spontaneo i tierno =D
te kero

kary