El jueves falleció mi abuelito.
Yo estaba sola en mi casa cuando mi mamá me llamó por teléfono para avisarme. Me dijo que buscara su agenda y comenzara a hacer llamadas para avisarle a mis tíos, y que buscara los documentos de Jardínes de Oriente para enterrarlo. Estaba tan sola... me obligué a tragarme mis lágrimas para hacer lo que ella me pedía. Creo que en ese momento perdí las lágrimas que tuve que haber derramado para superarlo poco a poco. Ya no pude llorar por él. Ni siquiera cuando lo enterramos, el sábado. Mi hermana lloró mucho, y todos pensaron que era porque ella lo quería más que yo.
Ya nadie se acercó a abrazarme, sólo a ella. Lo único que pude hacer yo fue entrar un momento a twitter y escribir... nadie preguntó si estaba bien, nadie preguntó qué había pasado. Esas líneas (y fueron muchas) pasaron inadvertidas por mis amigos. O tal vez sólo decidieron que tenían cosas mejores que hacer. Me dolió tanto... me sentí tan tremendamente sola, tan traicionada y triste, patética, egoísta. Eliminé mi cuenta de twitter, y probablemente haga lo mismo con la de facebook, pero aún no lo decido.
Y ella, Carolyn, de la que menos esperaba algo, fue la única que trató de consolarme. Me habló por teléfono cuando le dije por qué ya no iba a ir a la posada... habló conmigo hasta que su crédito murió y me hizo sonreír. Y ahora no sé cómo sentirme al respecto.
Estoy jodida...
Te extraño, abuelo.