domingo, 10 de octubre de 2010

Muero por ella

La llamé, lloré, la perseguí

Hasta que me olvidé de ella

De su voz, de su piel, de sus ojos de estrella

Y ella se olvidó de mí


La gravedad se encargó del resto

La sangre fluyó por mis brazos y mis manos

Uno, dos, ocho o nueve cortes, y él molesto

Y yo sólo buscando olvidarnos


Ella no quiere que esté sola en mi tumba

Pero tampoco busca acompañarme

Abandonada, sin ningún alarde

Y ella no escucha mi grito de ayuda