martes, 1 de diciembre de 2009

Atada de manos


Atada, amordazada y enjaulada. Bonito, ¿no?
Pareciera que me puedo mover libremente la mayoría de las veces, pero es porque a veces mi correa se estira. Pero él siempre la acorta cuando considera que he ido demasiado lejos. La acorta hasta dejarme de nuevo en el estado original...
Me acerqué a saludarlo, como siempre. Por muy enojada que yo esté, nunca, nunca he rechazado una tregua como aquélla.
"Ni me saludes", murmuró sin apatar la vista de la televisión.
Supe que no la estaba mirando, sólo fingía hacerlo. Emprendí la retirada hacia mi habitación. Esa es siempre mi postura: emprender la retirada con las causas perdidas. Mi papá es una de ellas.
"Tu libertad es tuya", siempre dice, "Úsala bien o la perderás", es la segunda condición, siempre agregada al final, cuando creo que me saldré con la mía. Es una sutil forma de decir "Yo decido hasta dónde llegas, no intentes sobrepasarte".

miércoles, 30 de septiembre de 2009

domingo, 30 de agosto de 2009

Te odio

¿Sabes? Te odio, de verdad te odio. ¡Te odio tanto! ¡Ni siquiera con todas las lágrimas del mundo puedo expresar la frustración que me haces sentir! ¡Ni siquiera con el grito más potente podría hacerte ver lo miserable que me haces sentir!
¿Y sabes qué es lo más gracioso? Todo esto es mi culpa. Es mi culpa sentirme de esta manera. Nadie más que yo decidió que me afectarías de este modo. Te di un pase directo y sin escalas hasta lo más profundo de mi dolor. Tú tienes el poder de hacerme sufrir de la peor manera posible, y sólo porque yo te di el derecho. Tú no lo sabes, por supuesto. Y si lo sabes entonces te odio mucho más.
Te odio por no saber qué me pasa. Pero te odiaría más si lo supieras y aún así no me sacaras de mi miseria. Te odiaría por regodearte en mi sufrimiento. Te odiaría por verme arrastrándome a tus pies, por una llamada, por una mirada, porque notes que sigo viva. Te odiaría por dejarme siempre al final, cuando para mí eres el principio y el final de todo.
Y esta no es la peor parte. No es la parte grotesca y podrida de todo. Lo peor es que el odio que te tengo es proporcional a la necesidad que tengo de ti. No puedo vivir sin ti. No puedo. He tratado de encontrar otros motivos para seguir aquí, pero todos vuelven irremediablemente a ti. Siempre a ti.
Odio quererte.
Odio necesitarte.
Odio depender de ti.
Y odio más que no te importe.

lunes, 13 de julio de 2009

Si yo muriera mañana

Si yo muriera mañana… aprovecharía este momento para aclarar algunas cosas. Las aclaro para mí misma, porque al ponerlas por escrito me doy cuenta de que son verdad. Tienen mayor poder. Mayor significado.

Fue agradable estar aquí. Existir. Respirar. Vivir. Admito que estos últimos meses se ha vuelto cansado y desgastante, pero creo que ha valido la pena. Valió la pena llorar tanto que creí que en algún momento me deshidrataría. Valió la pena reír por horas hasta terminar retorciéndome en el suelo sosteniendo mis costillas como si se fueran a salir. Valió la pena suspirar tanto que parecía asmática. Valió la pena gritar hasta quedarme afónica. Valió la pena caminar bajo la helada lluvia hasta conseguir varios resfriados de campeonato; dormir sobre la hierba hasta que tuve toda una colonia de insectos habitando en mi cabello; deambular en minifalda por las calles de pueblos famosos por sus violentos métodos; hacer llorar a mis mejores amigos; hacer reír a quienes me caían mal; jugar con mis perros hasta terminar semi-desangrada por sus malditas pulgas.

En todo esto casi nunca estuve sola. Siempre hubo alguien conmigo para disfrutar esos estúpidos momentos que al final son los más valiosos. Una hermana, una amiga, un novio, un primo… siempre había alguien dispuesto a recorrer el camino conmigo. Dispuesto a tomarme de la mano. Dispuesto a ayudarme a levantarme si tropezaba. Aunque… sí, muchas veces me hundí en mi soledad privada (y por supuesto, imaginaria). Pero no importa. Siempre me tuve a mí misma (o a las muchas versiones de mí), a mis historias, a mis personajes, o a la ilusión de ella (que al fin y al cabo no era real y que fue lo más cercano que tuve a un amigo imaginario).

Estar sumergida en mi paranoia de estar sola me hizo apreciar el silencio y la quietud. Me hizo voltear a ver a la pequeñísima fracción del mundo por el que vagaba. La cuidad, mi pueblo. Traté de capturar momentos solitarios. Algunas veces lo logré. Me di cuenta de que este mundo es un lugar de sobrecogedora belleza que muchas veces pasa desapercibida.

Cada amanecer, atardecer y anochecer. Cada luna llena, cada débil sol. Cada árbol, roca, nube, banco de neblina. Cada sombra, cada rayo de luz. Cada montaña, volcán y cerro. Todo es único y terriblemente magnífico.




Por eso supongo que, si conservo mi actual consciencia allá a donde me vaya después de morir (si es que existe algo como “el más allá”), echaré de menos vivir.

Echaré de menos la pálida luz azul de los amaneceres que a veces me sorprendían cuando ya estaba en la escuela. Extrañaré el sonido esquicito y muy ordinario de las golondrinas que se afanaban en hacer sus nidos afuera de los salones de secundaria. Extrañaré el increíble, y a la vez infinitamente común, color castaño claro de los ojos del que alguna vez fue mi mejor amigo. Extrañaré el perfume de algunas personas, esa fragancia que podría reconocer en cualquier lugar, en cualquier tiempo. Extrañaré la adrenalina corriendo por mis venas y el azote del viento helado en la cara, y ver volar mi cabello sobre mis labios. Extrañaré mucho escribir; ver cómo las ideas van tomando burda forma sobre el papel mientras trato de imprimir mis pensamientos desgarbadamente.

Extrañaré lo reconfortante del dolor, lo amargo de la ilusión, lo volátil de la felicidad, lo agradable de las heridas del corazón y de la mente, y lo cálido de la fría tristeza. Extrañaré llorar, gritar, correr, saltar, reír, suspirar, hablar, pensar, leer, observar. Extrañaré a algunas personas, o lo que en mi mente significaban para mí.

Con todo esto puedo decir que a mis diecisiete años, dos meses y doce días de vida… me ha gustado vivir.

Me ha gustado vivir… pero ha sido suficiente.

miércoles, 17 de junio de 2009

Moon


Rutina vacacional

2:00 pm. Mindy despierta.
2:02 pm. Mindy levanta del suelo su compu, cargador y lentes (y de vez en cuando alguna almohada) y enciende su compu.
2:40 pm. Mindy baja a la cocina a revisar si hay algo comestible para desayunar.
2:41 pm. Mindy se da cuenta de que no lo hay.
2:45 pm. Mindy trata de adecentar su aspecto frente al espejo.
2:46 pm. Mindy falla miserablemente y claudica.
2:47 pm. Mindy vuelve a su nido de ratas (cama) para leer o escribir en su compu.

4:30 pm. Mindy’s mom grita cosas como: “¡Levántate ya de ese cochinero! ¡Ya es bien tarde y tú sigues ahí echadota!”, “¡Ve a comer! ¡Fruta, cereal, lo que sea!”, “¡Lárgate a bañar! ¡Ayer no te bañaste! ¡Ya apestas!”, “¡Tiende tu maldita cama! ¡Es lo primero que se ve cuando alguien sube las escaleras! ¡¿No te va vergüenza que la novia de tu hermano vea todo tu desmadre?!”, “¡Ya lava tu ropa! ¡Ya no tienes nada limpio! ¡Y recógela de ese rincón! ¡¿Crees que se ve muy bien ahí arrumbada?!”, “¡Nada más te la pasas ahí aplastaba pegada a tu compu! ¡YA HAZ ALGO!”.
4:39 pm. Mindy le responde que sí a todas sus demandas después de escuchar sus gritos ininterrumpidos por casi diez minutos.
4:40 pm. Mindy considera la idea de bañarse.

5:10 pm. Mindy se baña.
5:30 pm. Mindy se peina.
5:36 pm. Mindy se viste.
5:50 pm. Mindy baja de nuevo a la cocina.
5:51 pm. Mindy’s mom vuelve a gritar.
5:52 pm. Mindy se da cuenta de que sí había algo comestible, pero que cuando bajó antes le dio hueva buscarlo.
5:53 pm. Mindy come.
6:00 pm. Mindy vuelve a la compu.

10:00 pm. Mindy baja a la cocina a tomar café y pasar tiempo platicando con Mandy.
11:30 pm Mindy vuelve a la compu.
11:41 pm. Mindy y Mandy pelean sobre la película que verán esa noche.
11:56 pm. Mandy gana.

2:00 am. Mindy echa a Mandy de su cama ya que la película terminó.
2:01 am. Mindy vuelve a la compu.

7:00 am. Mindy ve cómo el cielo se va aclarando desde su ventana. A veces toma fotos. No puede ver el amanecer en sí porque su ventana da al Oeste; las de Mandy son las que dan al Este.

8:00 am. Mindy empieza a tener sueño.
8:30 am. Mindy tiende su cama. No le gusta dormir en camas destendidas.
8:37 am. Mindy apaga su compu, desconecta el cargador, se quita sus lentes y lo pone todo en el suelo junto a su cama porque le da hueva llevarlo todo al escritorio.
8:45 am. Mindy apaga las luces.
9:00 am. Mindy se duerme.


2:00 pm. Mindy despierta…

viernes, 12 de junio de 2009

Resentimiento


Hay algo extraño conmigo. No sé qué es... pero tiene qué ver con mi oscuro corazón y todo el resentimiento que encierra hacia dos personas o tres. Tal vez son más, pero son apenas un par las más importantes. Sí, definitivamente son más. No puedo evitar quedar siempre con algo más que decirles, que nunca digo por supuesto, que termina asentándose dentro de mí, alimentándose de mi miedo y de mi dolor como una bestia hambrienta... se convierte en un sentimiento negro, sin forma, pero peligroso... muy peligroso. Tal vez no para ellos; para mí misma.


He notado que la misma historia se ha repetido tres veces, ni más ni menos, con algunos detalles diferentes (escenarios, momentos, palabras), pero es básicamente lo mismo. Como dije antes, mis errores los repito hasta cansarme.


Ellos tres me han roto el corazón (pero ya voy por el cuarto, no se preocupen!). Y hay algo más: todo ha sido por mi entera y modesta culpa.


Como dicen: la tercera es la vencida.

La tercera (el tercero) me venció. Me venció estrepitosamente. Y ya no sé levantarme. Cuando por fin hayo soporte en mis rodillas y trato de empujarme con los brazos, aparece algo resbaloso en el suelo y caigo de nuevo. Sin algo a lo que asirme... sin nadie.

¿Qué diría ella si me oyera (leyera) pensar (escribir) así? Creo que ya no me diría nada. Le ha dejado de importar lo que pase o deje de pasar conmigo. Ella me está empujando contra el suelo, pisando y quebrando mis nudillos para que no vuelva a apoyarme en las manos nunca más.

Mi torpe caída está resultando ser fatal. Y ella se está preparando para dar el golpe de gracia. Lo sé. Lo siento.

sábado, 30 de mayo de 2009

Ella lo sabe

Ella lo sabía. Sabía que él me gustaba y aún así, cuando salimos los tres, pareció no importarle. Ella sabía que él me gustaba. Sabía que no me había dejado de gustar en los tres años que llevo de conocerlo. Y aún así lo tomó de la mano. Aún así le acarició el cabello. Aún así dejó que él la abrazara muchas veces... A pesar de que también sabía que yo los estaba viendo.



Ella no vio (o no quiso ver) mi expresión. Me sentí tan... de sobra.
Él se ve mucho mejor con ella que conmigo. Son una bonita pareja. Es innegable.
No puedo competir con ella. Es imposible. Después de todo... es mi hermana.

Y claro, ahora quiere que la ayude a bañar a su perro.

Dejé de dibujar cielos

Antes dibujaba cielos blancos y nubes azules
Luego me di cuenta de que era al revés
… y dejé de dibujar cielos




Me gustan muchas personas. Muchas, muchas, muchas. Se sorprenderían de saber la cantidad estimada. Veo en esas personas cosas especiales. Su carisma, su sonrisa, su voz, su sonrisa, sus gestos, sus ademanes, la manera en la que parecen saber exactamente lo que estoy pensando.
Por eso mismo, porque me gustan tantas personas, no me siento con el derecho de luchar por ninguna de ellas. No me siento con el derecho de gustarle a ninguna de ellas, aunque muchas veces ese sea mi más desesperado deseo. No siento que merezca a ninguna de esas personas porque tal vez sentirían que sólo las quiero con una parte de mí, cuando en realidad las quiero con todo mi ser. A todas esas personas. A todas. A la vez que no me siento con el derecho de tener una relación con alguien, es lo que mi corazón más anhela.



Y lo peor de todo, ¿saben qué es? Cuando, después de semanas (algunas veces meses) de pelearme conmigo misma, tomo la decisión de hacer un esfuerzo por formar algo con alguien… termina siempre en el fracaso. Y es que ya no sé cómo comportarme con alguien así. Hago cosas estúpidas que terminan alejándolos de mí. Es cuando me digo nunca más. Pero claro, tengo que volver a caer. Esta bestia es capaz de cometer el mismo error, no una, no dos, ¡miles de veces!



Lo quiero todo, pero no creo tener el derecho de tenerlo. Lo quiero todo, pero no con la suficiente determinación como para luchar por ello. Lo quiero todo, pero no lo tengo.
Tengo muchas otras cosas. Él me reclamó: “¿Te gusta más lo que te ofrece la nada que lo que tienes aquí? ¿No tienes amigos? ¿No tienes familia? ¿No tienes libros?”. He de admitir que lo de los libros me hizo gracia. Después de todo es una de las cosas que más aprecio de la vida. Bueno, a lo que iba. Él sintió que yo no apreciaba lo que tenía. Él sintió que estaba siendo egoísta. Lo soy, pero ese no es el punto. El punto es que él no comprendió lo que quería decir.



Precisamente el problema es ese, que yo sé todo lo que tengo; estoy consciente de todas las personas a mi alrededor; puedo notar que no estoy sola… y aún así me siento inmensamente vacía. Como si hubiera un océano entre yo y el resto del mundo, por muy dramático y mamón que eso se escuche. Yo sé que no estoy sola, pero me siento así. Y no importa cuántas veces me digan que no estoy sola, la sensación se niega a irse.



Por eso dejé de dibujar cielos.

domingo, 24 de mayo de 2009

Nightmares and Alucinations

Falto de experiencia
Falto también de amor
Ingenuo por excelencia
Viejo conocido del dolor

Ignoren eso. Se formó en mi cabeza esta mañana y lo acabo de recordar.
Soñé algo muy extraño. Una mezcla de muchas cosas insignificantes que han pasado estas últimas semanas. Un dije perdido, una amiga extraviada, una esperanza muerta tiempo atrás. No recuerdo mucho, sólo flashazos. No importa, de todos modos dudo que tuviera mucho sentido aún si recordara todo. Así son muchos de mis sueños… excepto unos cuantos, que aún después de muchos años sigo recordando con todos sus desagradables detalles.
Pero las pesadillas no son del todo malas, aunque me hagan despertar llorando. Hubo una época en tercero de secundaria en la que tenía pesadillas todas las noches. Esas pesadillas me hicieron eco en la cabeza por un año entero, hasta que me decidí a plasmarlas en papel. Ahora es una historia en proceso (como el 99.9% de mis historias ._.) pero espero terminarla pronto, antes de que sea demasiado tarde.
Tal vez esté de más decirlo, pero esas pesadillas me asustaron más allá de los límites sospechados. Tal vez fue eso lo que me impulsó a darles forma (según yo). Es que así es el miedo. Después de dejarlo salir se desvanece.
Todo se desvaneces después de un tiempo.
Nada es para siempre.

jueves, 21 de mayo de 2009

One is the first

Primer post.

Hoy me siento diferente por alguna extraña razón. Por supuesto, me sentí ociosa (¿y qué mejor prueba que este blog?). Pero también me sentí como... en una burbuja... como en una caja. Cuando les dije a mis amigos (?) que durante las vacaciones me iba a aislar por completo del mundo, no estaba bromeando. De verdad me encierro a piedra y lodo y me niego a salir. Lo hago a veces, dependiendo de mi fragilidad emocional (y dramatismo) del momento. De pronto simplemente me siento incapaz de hacer el menor esfuerzo. Me tiro en mi cama (hasta que mi madre llega a tratar de echar mi puerta abajo para sacarme de mi sopor letárgico) y le doy rienda suelta a mis pensamientos con la esperanza de que para cuando termine el día tenga algo de material para escribir.

¿Saben por qué escribo? ¿No? Yo creía saberlo, pero mi explicación ha ido perdiendo lógica conforme pasa el tiempo. Creía que escribía para liberar un poco la presión que se me acumulaba en el pecho, para que me doliera un poquito menos lo que me pasaba. Creía que escribía porque era la única manera que conocía de expresarme ya que mi habilidad para decirle a las personas que me importaban lo que sentía se volvió nula después de salir del preescolar (ahh, qué buenos esos días cuando llegaba llorando del kinder a abrazar a mi madre y decirle "¿Quieres que te cuente toda la historia?" con esa típica voz infantil que les arrancaba a los adultos exclamaciones de "Awwww!").

Pero ahora no lo sé. No tengo muy claro por qué escribo. Creo que escribo por el simple hecho de que es una costumbre que me recuerda a ella. Ella, siempre ella. Ya que ella ya no está tengo que hacer cosas que mantengan vivo su recuerdo.

En fin. El hecho es que escribo. No muy bien, no con mucha coherencia, pero hago el intento. A veces me dan lo que Carolyn llama "crisis de escritor", que es cuando de pronto todo deja de tener sentido y simplemente dejo de escribir. Siento como si Atenquenses y granaderos se disputaran las pocas neuronas que me quedan, causando cierres viales y unos cuantos incendios en mi corteza encefálica.

Pero vale, por el momento creo que estoy medio estable. Por lo menos lo suficiente como para retomar un par de historias abandonadas desde hace años (literalmente) que no actualizaba desde el 2006 o algo así. Y también estoy lo suficientemente cuerda como para darle algo de sentido a este, mi primer y agotadoramente largo post.

Y ahora que me puesto un poco en orden mis pensamientos puedo decir que...

bah... me da hueva, tal vez otro día... si es que me acuerdo...

Nos vemos!